A veces se me olvida leer.
Bueno no, no es exactamente eso. Se me olvida el bien que me hacer leer. Pasar un rato largo en silencio, evadida, desconectar de mi día a día… de repente los problemas son más pequeños y la vida es más bonita. Para mí leer es terapéutico. De la misma manera que lo es saber que un libro me está esperando.
Pero luego, termino un libro, dudo un poco cuál es el siguiente que voy a empezar, socializo, empiezan a pasar lo días y llega uno en el que es como si se me hubiera olvidado de cómo se hacía. No me acuerdo si había empezado un libro y claramente no tengo ni idea de si me estaba gustando porque la cabeza está en otro lado. Y lo más raro de todo es que tengo que forzarme a ordenar los libros, a decidir cuál va a ser el siguiente y hasta empezar con alguna página. Porque a veces no necesito más que eso para que mi mente se empiece a ordenar y me parezca que al rededor mío todo es como debería ser. Como si Merlin el Encantador hubiera hecho su aparición y se pusiera a fregar platos.
Hoy a la mañana tenía fiesta y lo cierto es que mola mucho empezar la semana así. Sobre todo el domingo a la noche que alcanzas unas cotas de felicidad bastante altas. Después ya te duermes, te despiertas en el nuevo día, remoloneas un poco y de repente un debate interno lo vuelve todo en kaos. Por una parte está la idea de celebrar esa mañana como el festivo que no tuve el sábado, dormir más de lo socialmente aceptado o desayunar viendo una película. Y por otra parte está empezar a hacer cosas para visualizar la semana que tengo por delante algo más ordenada. Lavadora, sábanas, baño, mascarilla… siempre hay algo esperando, siempre. Esta clásica bipolaridad se me agudiza especialmente los lunes a la mañana que tengo fiesta. Qué cosa lo de sentirnos mal por no estar produciendo. ¿Leer en la cama? Qué placer. ¿Batch cooking semanal? Por qué no.
Como esto se da cada dos semanas, lo cierto es que poco a poco voy aprendiendo a sumergirme en un intermedio que me relaja bastante. Dormir sin despertador, remolonear, desayunar ligero que en nada toca comer para ir a trabajar, leer unas páginas de algún libro y empezar a hacer cosas a ritmo zombie y sin un order determinado. Cambio las sábanas, pongo lavadora y me vuelvo a sentar el sofá para leer otro rato. Hago la cama, paso el polvo, me hago un café y leo otras páginas más. Tiendo la lavadora y empiezo a cocinar lo que dará para la comida del día y algún tupper extra. Me ducho, juego al Candy Crush, como y voy para el autobús. Quizá con algún que otro rato de pérdida de tiempo y el baño sin hacer pero con eso de que me lo van a cambiar en breve qué más da.
En el libro y sus páginas, cada vez estoy más convencida de que ahí empieza a cobrar sentido mi rutina. De que la cabeza se acelera o se desacelera según lo necesario y todo se va despejando. Paro de leer y apunto: fruta, cebollinos, aguacate y cilantro. Y sigo leyendo un poco más. Enciendo el ordenador, mientras se pone en marcha leo un par de ojas más y parece que estas palabras salen mejor.
El otro día en Pinterest me salió un poster que ponía “Writing because murder is wrong”. Y pensé tal cual. Cada post (no sé si esto se llama así pero al ser de la generación blogger no me da para llamarlo de otra manera) que escribo en este mantel de cuadros me da la misma paz mental. Tenía la intención de no tener un horario fijo, de ir publicando a modo de sorpresa pero el ubicarme los lunes a la noche también le da cierto orden a mi entorno.
Feliz semana,
M.
Pre-P.D.: Hoy mi hermana cumple 30 años y quería escribir sobre ella, pero me he dado cuenta que nada iba a quedar tan bonito como lo que ya nos dijimos en su newsletter.
P.D.: Estos días…
…estoy leyendo: Lo dicho, nada en general pero las primeras páginas de ‘No dar de comer al oso’ de Rachel Elliott en particular.
…estoy escuchando: Una playlist que hice hace años para sentirme como de farra encima de la bicícleta estática.
…estoy viendo: Lo único que repito últimamente una y otra vez: Las chicas de oro.
…huelo a: He vuelto a la rutina de Nun de Laboratorio Olfattivo pero en la mano llevo un aroma maravilloso de lo que va a llegar a Hunky Dory esta semana porque me he pasado la tarde haciendo las descripciones.
Me ha encantado el post (si no se llama así, que venga alguien a corregirnos) pero más aún la conversación con tu hermana! Por supuesto, he sentido que hablaba de nuestros tiempos, somos ANCIANAS (en nada, un poco más). Cada vez que te leo estoy más cerca de olvidarme de Nenuco e ir a por nuevos mundos; dime si eso no es ser influencer.
Lo bonito es que al menos lo hace con cierta admiración, como si hubiéramos abierto camino limpiando zarzas aunque luego no supiéramos muy bien para qué. Somos las yayas que cuentan anécdotas de cómo se conocieron.