Si estás leyendo estas líneas, estás siendo testigo de mi propio experimento emocional de a ver si consigo volver a escribir con asiduidad.
Porque yo tenía un blog primero, también tenía otro blog después al mismo tiempo que el primero pero para escribir sobre otras cosas diferentes, luego abrimos un negocio en el que pusimos todas nuestras energías, unos años más tarde vino una pandemia y a mí me dio por tener una pequeña carta que escribía de vez en cuando, sin embargo lo que iban a ser unos meses raros se alargaron un poco, la vitalidad y la serenidad se me escaparon de las manos, pero al tiempo tuve la suerte de estabilizar mi entorno, convertir mi rutina en algo más relajado y cotidiano y aquí estoy otra vez, con ciertas inquietudes brotando en la cabeza.
Me digo a mí misma que no sé qué va a ser este mantel de cuadros, porque le he querido poner el nombre más cotidiano posible justo por eso, para que sea una mesa en la que sea reconfortarte sentarse (porque qué movida lo de elegir un nombre). Y quizá un poco también para quitarle importancia, para no tomarme demasiado en serio ni querer subirme al carro de todas esas newsletters espectaculares que hay y que tanto trabajo requieren. Quiero que este mantel de cuadros te transmita sosiego y cosas bonitas.
Que sea un cúmulo de todas las cosas en las que creo:
En ser amable, en sonreír, en no ser pesada, en no tomarme muy en serio, en aprender, en valorar las cosas importartes de la vida, en ser práctica, en elegir bien en qué gasto mi energía, en disfrutar, en pasarlo bien, en que se me escapen carcajadas, en bailar sin que me de vergüenza, en leer como el mayor placer cotidiano, en cocinar rico como terapia alternativa, en hablar mil veces de las mismas cosas con la misma gente (que no es lo mismo que ser pesada), en hacer que mi rincón sea mi lugar favorito, en el silencio, en los olores, en cuidar las plantas, en mirar las estrellas como chequeando si alguna ha cambiado de sitio, en la composición de la ropa, en las texturas, en el tacto, en mimarme la piel, en escuchar a gente que sabe más, en el olfato como fuente de placer, en el verde musgo y el naranja coral, en nuestros bosques, en las rutinas y en los movimientos que se repiten todos los días como si fuera una coreografría aprendida, en intentar escapar del ruido, en no tener que estar siempre ahí pero en querer estar para los que están.
Sé que debería ponerle un calendario, que te debería de decir cuándo publicaré pero ahora mismo no lo sé. Quizá por eso de no tomarme muy en serio o porque me da cierto miedo que las palabras se me agoten demasiado pronto. Aunque puede ser también porque no quiero ver este mantel de cuadros como un deber, como algo que tengo que cumplir. Porque quiero que sea disfrute, que sea ocio, que sea un chispazo online para prestar más atención a lo offline.
Por lo que creo que ahora toca eso de que si te apetece te subscribas, que por supuesto me hará mucha ilusión porque una no escribe en una plataforma si no quiere que alguien le lea al otro lado. Y si tienes a alguien que creas que le pueda gustar, pues mándaselo, por mi parte prometo intentar estar a la altura.
Nos vemos pronto,
m.
P.D.: Me puedes encontrar también en mi perfil de Instagram y en la perfumería más maravillosa del mundo.