El otro día me hice cuenta en Bluesky (todavía a estas alturas he tenido que mirar cómo es el nombre porque soy incapaz de recordarlo). Estaba de vacaciones, ociosa, viendo películas de Harry Potter en bucle tirada en mi sofá, y me pareció buena idea.
Cada vez que conozco a alguien que me dice que no tiene redes sociales me da envidia. Luego me acuerdo de todo lo que me han dado las redes sociales a mí y le riño un poco a mi cabeza por haber sentido esa envidia. Me siento totalmente bipolar con este tema. Disfruto muchísimo relacionándome con personas que de otra manera no hubiera conocido nunca, que me han aportado y aportan tanto, que me entretienen, que les tengo muchísimo cariño después de tantos años. Pero a la vez, agonizo pensando las horas que paso mirando la pantalla de mi móvil. Y no sé por qué se me hace tan difícil encontrar un equilibrio.
Por eso el primer impulso al ver que cada vez más gente de mi alrededor se habría cuenta en Bluesky emigrando del ex-Twitter, fue hacerme mi propia cuenta. Querer volver a aquel Twitter 2010 en el que todo era nuevo e interactivo, en el que te reías, te informabas y hasta conocías a gente interesantísima.
Después de estar varios días tirada en mi sofá viendo en bucle películas de Harry Potter, me fui a Barcelona a pasar unos días con mi hermana (y también vino nuestra prima). Y uno de esos días que estábamos haciendo tiempo tiradas en el sofá, se nos fue la conversación a ciertas profundidades sobre la soledad, la hiperconectividad y no sé qué más porque ahora mismo no me acuerdo muy bien de dónde salió todo y cómo terminamos desvariando. Lo que sí me acuerdo es que ella (que es listísima) me hacía hincapié que al final el capitalismo y el consumismo nos ha llevado a perder espacios públicos en los que interactuar. Como las plazas, por ejemplo. El interactuar por interactuar, por mero placer. Y ahora me doy cuenta que aquel Twitter 2010 es el recuerdo más cercano que tengo de haber experimentado algo así.
¿Cómo no querer volver a ello? Pero quizá el problema sea que aunque la plaza se le parezca, yo ya no soy la misma. Puede que ya no sea aquella chica pizpireta con curiosidad a raudales y ahora esté afincándome más en querer ser una señora que simplemente quiere vivir en paz. ¿Se podrá encontrar un equilibrio? ¿Cuántas horas mirando la pantalla del móvil son demasiadas? ¿Cuántos intentos de reloj despertador haré para volver después a tener el móvil en la mesilla? ¿Acaso ya no tenemos remedio?
Por ahora me sigo asomando de vez en cuando a Bluesky para intentar dilucidar si se me ha perdido algo ahí o si la cabeza (por suerte o por desgracia) me va a otro ritmo ya.
Un cielo en llamas en el atardecer barcelonés.
Cosas que han llamado mi atención desde la última vez que escribí…
-Coincidiendo con la efeméride de que hacía 10 años que me lo había leído, volví a leer Canciones de Amor a Quemarropa de Nickolas Butler. Como el autor fue a clase con Bon Iver, se supone que el que el personaje de Lee está inspirado en él pero como por mi parte le encuentro más vibe de John Mayer, es lo que he estado escuchando en mis horas de lectura. Nunca le había prestado demasiada atención pero oye, muy bien.
-Hace un par de semanas me vi casi del tirón la serie Rivals en Disney+ por recomendación de mi querida Alejandra Palés y nos ha gustado tanto que estamos seriamente pensando en hacer un club de lectura con los libros que además son un porrón.
-Y Barcelona muy bien, mi hermana nos llevó a sitios muy guays pero por decir alguno, el menú degustación del Teòric fue una barbaridad.
El postre final, el mejor flan que he comido en mi vida.
-Bartzelonan ere Antton Telleriaren NININI ikustera joan ginen eta banekien parra egingo genuela baina nola gainera. Inguruan tokatzen bazaizu ez galdu aukera, nik seguruenik errepikatu ere egingo det.
-Que parece que se lo ha inventado Loewe pero the real tomato candle es de Carrière Frères y lo tenemos en Hunky Dory.
-Llevo días intentando decidir qué estilo le quiero dar a mi decoración navideña pero a este paso lo tendré que dejar para el año que viene.
-Como es gusta un perfume limpio fácil más que a mí una buena sopa, os diré que las últimas semanas estoy atope con este neroli y ojo, a ver si voy a ser yo también de las que quieren oler a une chic fille française.
Volveré,
M.
P.D.: Me podéis encontrar también en Instagram, en Tiktok y en la mejor perfumería del mundo. Y por ahora también en Bluesky.