Últimamente estoy investigando sobre el cansancio mental que produce tener cosas que hacer. Por supuesto el sujeto de estudio soy yo misma y me estoy fijando que soy más feliz cuando menos tengo que hacer. Como si mi mente quisiera vivir de vacaciones siempre. Sé que suena bastante obvio, por eso no termino de entender que no hayamos desmantelado ya esta cultura de la producción en el ocio.
El otro día una amiga me dijo que había estado hablando con otra amiga de que yo vivía muy bien. De hecho, hizo la coña de que yo trabaja 8 horas semanales. Me salió una carcajada muy profunda, porque no son 8 pero digamos que mi socia y yo nos arreglamos muy bien para trabajar en horario comercial. Lejos de sentirme “ofendida”, me sentí bastante halagada y en ese momento fui consciente de que me he labrado una rutina de la que disfruto día a día.
Uno de mis propósitos más ambiciosos para este nuevo curso es vivir tranquila, bajar el ritmo, en vez de tener que hacer un 10 cosas en un día, hacer 5. Y lo cierto es que me siento bastante anti-sistema.
El mes pasado leí el libro Gozo de Azahara Alonso, llegué a él con intención de alargar mi sensación de vacaciones, de analizar mi relación con la productividad. Porque hay algo que no me encaja. No estoy muy puesta en las teorías capitalistas y consumistas (sé un poco de qué van pero no estoy para dar lecciones a nadie) pero más allá de ellas (y supongo que a consecuencia de), me interesa más el símbolo de estatus que se ha creado en torno a hacer cosas. Planes, si nos referimos a nuestra parte más social. Pero haciendo hincapié más en la cantidad que en la calidad. Producir momentos de ocio, fomo ajeno, aunque lo que el cuerpo te pida (y lo que más te guste) sea adormilarte viendo una película horrorosa que están echando en la tele. Sí, sí, la que haya, sin pasarte 45 minutos previos eligiendo cuál te apetece en las múltiples plataformas que pagas. Sentirte mal si no eres productiva en tus horas de descanso (como si no tuvieras que serlo ya en las laborables). Que esté mal visto el hecho de que lo que más te apetezca en el mundo sea no hacer nada.
La foto no tiene mucho que ver pero es de hace unos días cuando se estaba quemando un barco en la bahía y quedó bastante bonita.
Este “post” lo empecé a escribir hace unos días (como bien he dicho intento no tomarme este mantel de cuadros como una tarea pendiente sino ese momento en el que disfruto poniendo mis ideas en orden) y justo esta semana me puse a escuchar la habitación del Hotel Jorge Juan en la que está Carolina de Armas de invitada y justo hablaban de esto. Bueno más o menos. Carolina contaba cómo cuando va a un evento social necesita llevar un plan de escape, una excusa para huir. Porque muchas veces sale ya pensando en qué a gusto volverá después a casa. A lo que Javier respondía también que suele tener la sensación de que nunca se lo pasa tan bien con gente como estando en casa. Esto me recordó que en inglés sí que hacen distinción de la soledad disfrutada, solitude, y la sufrida, loneliness.
Pero más que de la compañía, hoy la cosa va de let’s make vaguear great again. O hilando más fino, let’s make pocas cosas y descansemos más. Bajémosle el molómetro a las personas estresadas y ocupadas. Disfrutemos de las rutinas sencillas y repetitivas que nos dejan el encefalograma plano y relajado.
En mi caso, estas son las pautas: Permitirme pasar media tarde leyendo aunque sea martes si en la calle está lloviendo a mares o simplemente si me apetece. Preparar tranquilamente una sopa. Sentarme en el sofá y hacer un sudoku. No salir de casa si no me apetece. Cenar a las 19:30. Limpiar un poquito cada día, disfrutar de tener mi espacio ordenado. Dejar el móvil lejos. Leer disfrutando, en el presente y no pensando qué es lo siguiente que voy a leer. No ver las series que me aburren, o ver lo primero que encuentre y ya se verá si me gusta. Salir cuando me apetece e irme a casa también cuando quiera. ¿Lo de no dar explicaciones tendrá que ser una ventaja de ser un adulto independiente, no?
Sally Rooney y mi comida de sábado que me toca trabajar.
Cosas que han captado mi atención desde la última vez que escribí…
-Estoy leyendo a Sally Rooney y de verdad que no entiendo a esa gente que dice que les ha decepcionado. No puede ser más sallyrooney.
-Me compré la mejor sartén del mundo, ahora todavía disfruto más de mis huevos revueltos para desayunar.
-He disfrutado Shogun como hacía mucho que no disfrutaba una serie. Muy merecidos todos esos Emmys.
-Me he terminado ya el frasco entero de Clary Fig, diría que me ha durado 3 meses y ese es el mejor piropo que le puedo echar a un perfume teniendo en cuenta cuántos tengo a mano.
-Habrá opiniones para todo pero a mí me tiene maravillada Augustinus Bader. Cuando no tenía una tienda también opinaba que mejor tener la piel en su máximo esplendor que cualquier vestido bonito y si quieres una apuesta ganadora en cuanto a cosmética, el Dr. Bader me parece lo más. ¿Pero qué siento? La tez más lisa, luminosa y uniforme, y ningún tipo de tirantez, sequedad o enrojecimiento. Y eso utilizando solo la limpiadora, la crema y el contorno de ojos. Ya paro que parece que este señor es de mi familia.
-Estoy por patentar mi sopa semanal para las cenas: pollo, puerro, zanahoria, patata y arroz. Se hace en hora y media y tienes cena para 3 o 4 noches. Si alguien quiere las instrucciones que me las pida.
-El otro día puse el edredón nórdico y me di cuenta de que tenía una funda de lo más sosa. Y en mi afán de llenar la casa con cuadros nivel creo que vivo en la campiña inglesa, me lancé a por esta de cuadros vichy en color ocre.
-También me leí El factor Rachel. Y no es Sally Rooney pero se me hizo muy entretenida.
El factor Rachel de Caroline O’Donoghue y más cuadros.
Volveré,
M.
Me ha encantado, Maddalen. Veo que también abogas, o tratas de adentrarte, en la slow life (hoy día hay términos para todo). Ya somos dos. Abrazo, nos leemos!
Todos venimos a por la sopa de Maddalen y a por aromas y recomendaciones otoñales. Por supuesto, recomendaciones literarias siempre es muy bien. Muy de acuerdo contigo en lo que has comentado más arriba sobre la conversión de la lectura en súper consumo y que la prioridad debe ser saborear y disfrutar siempre los libros. Un abrazo!! 😘😘