El otro día Eva y yo hicimos un directo en Hunky Dory hablando de esos productos que la gente quiere repetir una y otra vez sin mirar nada más. Y a priori puede parecer un tema anodino pero en estos tiempos que nos meten la necesidad de consumir cosas nuevas por todos los lados, que un producto consiga fidelizar es un hito bastante histórico.
Hace ya un tiempo, en una entrevista que le hacía Joanna Goddard a su tía en su blog Cup of Jo que ahora no consigo encontrar, la tía soltaba una frase que se me quedó grabada: Repetir es elegante. Creo que en aquel momento se refería a su neceser básico de productos de belleza pero le encontré totalmente el sentido utilizarlo en otros muchos ámbitos. Porque de hecho, lo que yo entiendo con esa frase es que repetir te da cierta serenidad elegante de no tener que gastar energía vital buscando cuando ya encontraste previamente algo que te gustaba. Elegante es darte por satisfecha y disfrutar de aquello que ya sabes que te gusta.
Repetir productos, tu crema favorita, ese perfume que tanto te gusta, el color del pintalabios que ya es tu seña de identidad, un corte de pelo, colores en tu armario, volver a comprarte el mismo vestido porque ya se ha ajado de tanto usarlo (aquí Vinted como salvadora), tener el mismo modelo de vaqueros en varios colores diferentes, saber cuáles son tus sandalias favoritas y no quitártelas en todo el verano, el bar de siempre, tus recetas predilectas que nadie te tiene que decir lo buenas que están porque tú ya lo sabes, toallas siempre del mismo color, la marca de yogures o las chuches del domingo. Saber lo que te gusta y repetir, sin perder tiempo ni energía mirando otras cosas.
Lo mismo que repetir rutinas, con esos movimientos íntimos que casi parece una coreografía como lo hacía Daniel Day-Lewis en El hilo invisible cada vez que se acicalaba por las mañanas. Esa escena puede que sea mi Imperio Romano. Movimientos que harías con los ojos cerrados, siempre en el mismo orden y sin pensar. Lo más importante, sin pensar y en modo ahorro de energía una vez más.
Porque digo yo que lo más elegante es esa tranquilidad, esa elegancia y ese saber estar. Ese no sucumbir ante la ansia ni la avaricia, ni tener que estar pendiente de las modas ni de lo último que sale. Leer clásicos, o ir a la biblioteca a por los libros que hace tres años hablaba todo el mundo. Preguntar a quien sabe, confiar en su palabra y parar de buscar.
Ahorrar energía, porque la vida ya nos pone ante decisiones realmente exigentes.
Y simplemente disfrutar de todo lo disfrutable.
Que si alguien todavía no ha encontrado sus básicos, aquí los míos, te los presto:
-Una limpiadora facial perfecta para diario y otra que te cambia la piel cada mañana.
-EL serum que no querrás dejar de usar.
-Mi contorno de ojos de favorito.
-La crema de noche que te hará sentir como una reina.
-Y el tónico con el que empiezo toda la coreografía de rituales.
-Un perfume primaveral, otro cítrico, un extracto de perfume que se te va la olla y la casa de perfumes que te hace sentir que has encontrado el Santo Grial.
-La máscara de pestañas que más fideliza en el mundo.
-Los vaqueros más perfectos que he encontrado.
-Mis espaguetis con calabacín que tampoco tienen mucho secreto.
-Las Birkenstock y las Vans Authentic para pasar el verano.
-La visita de Luna Miguel al Hotel Jorge Juan en el que cuenta cómo el verdadero placer está en la relectura.
Feliz semana,
M.
P.D.: Estos días…
…estoy leyendo: ‘No dar de comer al oso’ de Rachel Elliott.
…estoy escuchando: Canciones en bucle.
…estoy viendo: A falta de la serie de Elsbeth Tascioni que te decía la semana pasada, he vuelto a ‘The Good Fight’ y encantada.
…huelo a: Un poco de todos esos básicos que he puesto arriba.