Los días estaban siendo tristes y hay algo de descorazonador en que además haya ganado Trump. Y tampoco es que Harris reluciera, pero me parece bastante desalentador que haya tantas personas en un país (y en el mundo) capaces de votar a un señor de 78 años, convicto por agresión sexual, que se ha pasado una campaña electoral soltando sinsentidos. Que se premie al que quiere ir de abusón, al que se salta las normas y se jacta de ello. Que se le aplauda sin sentir un mínimo de vergüenza ajena. Estoy segura de que Ainsley Hayes no lo hubiera hecho. Por cierto, me han salido ya dos vídeo en Tiktok analizando que en su mayoría las mujeres y los millenials han votado a Harris. No tengo datos sobre la gente joven pero estoy convencida de que hay unos cuantos señores que han desequilibrado la balanza hacia el otro lado. Y algunos de ellos seguro que hace 4 años no tuvieron problemas de votar a un yayo no muy en forma pero Dios les libre de poner al mando a una mujer.
Al final, creo que a la gente se le olvida lo que literalmente hacen los políticos: nosotros ponemos bote (dícese de un dinero individual que juntándolo que constituye un dinero grupal) y ellos deciden en qué se gasta ese bote común. Ellos priorizan porque nunca llega para todo. Y por supuesto que luego hay otras leyes y decisiones más complicadas que tomar, pero básicamente, a esto se remite. En Valencia se ha visto claramente. Qué rabia, qué vergüenza y qué despropósito todo.
Pero qué emoción la colaboración ciudadana. Qué ejemplo y qué esperanza en la humanidad. No soy una persona que llore en los funerales pero sí que lo hago ante la bondad y los buenos gestos. Ahí estoy. Entre la rabia, la tristeza y la admiración.
Hoy a la mañana venía en el autobús escuchando el Saldremos Mejores de la semana pasada (no sé si he insistido lo suficiente pero escucharlo es lo más obligatorio que existe para que una persona mejor en todos los sentidos), y Javier Giner hablaba de cómo cuando hizo terapia psicológica cuando estaba en proceso de desintoxicación, la terapeuta le dijo que tenía que aprender a buscar placer en la pequeñas cosas del día a día. En cómo cuando tu vida se va al traste tal y como la conoces, tienes que volver a aprender a disfrutar, a focalizar tus emociones en cosas distintas.
Hace unas semanas me salió esta ilustración en algún lado y la guardé. Pensé que sería un bonito recordatorio de lo que es importante en la vida para cuando me agobio con otras cosas a las que no les puedo poner solución. ¿Acaso puede haber un placer mayor que una buena siesta de domingo? Por no hablar de la inconmensurable alegría que es pasarte una semana durmiendo como un tronco cada día. Poder perderle el miedo a no dormir. Arreglar un día raro haciendo un bizcocho mientras de fondo en la tele van pasando capítulos de Friends. Pasear en silencio. O arreglando el mundo con una amiga. Vislumbrar un amanecer desde tu mesa del desayuno. Un día hasta estuve en primera fila de arcoiris. Ahora que recuerdo, aquel día también me metí en la cama regular por toda la votación popular que recibió Israel en Eurovisión just because.
El otro día leí en algún lado (tengo que empezar a apuntar mis fuentes) que en octubre hay que hacer el ejercicio de pensar como si fuera año nuevo. Que como ya solo falta un cuarto del año, es buen momento para repasar los propósitos que hiciste y ver si los has cumplido o no. Y ya es noviembre, así va el ritmo. Me acordé que apunté tres: Dar más muestras de afecto, ver Página Dos y escuchar música clásica. No entiendo cómo nunca me acuerdo de ver Página Dos con lo mucho que me gusta y lo bien que me hace sentir simplemente escuchas la voz de Óscar López. Voy a empezar a poner una alarma o algo hasta volver a pillar la costumbre. Y sobre las muestras de afecto y la música clásica, creo que me estoy rehabilitando. Lo que sí me he dado cuenta en este 2024 en el que me he vuelto un poco más besucona, que pocas cosas tranquilizan tanto como un buen abrazo. Siempre me acuerdo en un capítulo de Anatomía de Grey en el que una doctora algo excéntrica explicaba que cuando haces una presión constante y homogénea en el cuerpo, el sistema nervioso automáticamente se empieza a relajar. Es algo fisiológico pero se podría añadir a la lista de Real Luxuries.
En fin, aprendamos a buscar cobijo en esas pequeñas rutinas que nos dan tranquilidad y sobre todo… Amunt València!
Cosas que han llamado mi atención desde la última vez que escribí…
-Fuimos a un concierto de Crystal Fighters y fue como quitarme más de 10 años de encima. Creo que es la primera vez que tengo la sensación de asistir a un concierto de mi juventud.
-Por si a alguien le interesa: la mejor tortilla de patata de Donostia está en la cafetería Más que Café del Paseo de los Fueros. He dicho.
-Si tienes ganas de hacer cambios en tu casa, empieza con las fundas de los cojines. Con muy poco puedes conseguir mucho.
-También lloré un montón emocionada viendo el documental #SeAcabó: Diario de las campeonas que ha estrenado Netflix. Creo que las jugadoras se merecían que se contara su versión de la historia.
-Supongo que será la melancolía de estos días pero de manera muy random empezó a sonar en mi cabeza el My Inmortal de Evanesence. Es un temazo que no ha pasado a la historia como se merece.
-Hace un par de semanas pasó por mis manos mi ejemplar de Canciones de amor a quemarropa. Como casi siempre pongo el nombre y la fecha de lectura en los libros, me fijé que hacía justo 10 años desde que lo leí y me pareció una bonita efeméride para volver a Little Wing y recordar por qué digo siempre que es uno de mis libros favoritos.
Volveré,
M.
P.D.: Me podéis encontrar también en Instagram, en Tiktok y en la mejor perfumería del mundo.
Gracias, me ha encantado❤️
El mejor artículo que he leído estos días, me ha encantado!